
Todos los que hayáis visto cualquiera de las películas de la saga Mad Max, sabréis que se desarrollan en un futuro postapocalíptico donde la civilización tal y como la conocemos ha desaparecido y el mundo es un lugar desértico y salvaje. Ese contexto genera un escenario económico muy interesante, porque hay dos recursos esenciales muy escasos: el agua y el combustible. Tanto, que han adquirido un valor que provoca que la nueva sociedad y los distintos grupos que la forman se organicen en torno a ellos. Se aprecia claramente en la refinería de Mad Max 2: El guerrero de la carretera (Mad Max 2: The Road Warrior, 1981) en la que estaba asentado un grupo de civiles constantemente asediados o en Mad Max: Furia en la carretera (Mad Max: Fury Road, 2015) donde Immortan Joe es venerado casi como un dios por poder proveer estos recursos. Además, el combustible suele actuar como el mcguffin de turno dentro de trama de las películas, siendo frecuentemente el fin por el que los personajes protagonistas persiguen o, más habitualmente, son perseguidos.
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